lunes, 17 de diciembre de 2012

EL MUNDO SEXISTA EN LOS LIBROS DE TEXTO

Encarna Ruiz López


Hola a todas/os:

En mi primera intervención en nuestro blog voy a rescatar la última parte de mi discurso en la conferencia"Igualdad y Política Social en Época de crisis" en la que me centraba en el Sexismo en el ámbito docente.
Puesto que tal y como apuntaba un filólogo a propósito de la batalla entre la RAE y el siglo XXI la lengua es democrática pero no asamblearia; es decir no podemos hacer del uso cotidiano de la lengua un acuerdo fechado un día a una hora, lo que sí podemos y debemos hacer es coeducar. Reflejar en los materiales docentes los valores que queremos que el alumnado asuma y para ello es de vital importancia el uso de un lenguaje justo, que evidencia la totalidad de la población y rompa los viejos y por desgracia actuales estereotipos de género.
En cualquier material escolar que se analice se presenta las visiones sesgadas y androcéntricas que contribuyen a mantener la desigualdad de la mujer, sobre todo en el ámbito de las Ciencias Sociales, Geografía, e Historia en el que se ignora o minimiza las aportaciones de la mujer a la historia de la Humanidad.
Me baso en las investigaciones de Nieves Blanco de la Universidad de Málaga en las que se analizan 56 libros de texto de ESO de todas las materias y de varias editoriales. De todos los personajes históricos singularizados por su aportaciones el 95% son hombres frente a un 5% que son mujeres. El hecho de que los hombres aparezcan De todos los personajes históricos singularizados por sus aportaciones, el 95% son hombres y el 5% son mujeres. El hecho de que los hombres queden reflejados de una manera tan abrumadora como constructores de la realidad social e histórica, sólo puede ser debido a una concepción patriarcal del mundo social y de la historia. Las mujeres no sólo están ausentes en la práctica, sino que sus aportaciones, cuando las hay, no se presentan como obra de personajes individuales, sino del colectivo genérico e indiferenciado de las mujeres.
También es significativo que los hombres singulares, con nombre propio, son reyes, artistas, fundadores de religiones, filósofos, mientras que una parte importante de las mujeres son diosas o vírgenes. La mitología, el discurso de legitimación de la desigualdad entre los sexos más antiguo, ha sido objeto del análisis crítico de género. Mercedes Madrid ha mostrado que en el mundo de las representaciones simbólicas de la Antiguedad griega encontramos dos tipos de figuras de mujer: las que encarnan la feminidad positiva por integrarse al orden masculino a través de su capacidad reproductora (Penélope, la esposa fiel) y las que representan la feminidad negativa amenazante, aunque seductora (Clitemnestra, las , las Amazonas) . Recordemos también que Pandora es, como la Eva bíblica, la que marca el final de la Edad de Oro con su lujuria, gula y curiosidad irreflexiva que la lleva a abrir la jarra que encerraba todos los males del mundoA pesar de ello no son admitidas a participar en el conocimiento de lo sagrado.
Tampoco corren mejor suerte las mujeres en las notas biográficas ni en la autoría de textos originales que se ofrecen como referente al alumnado. Así, las mujeres biografiadas son: Pocahontas, Juana de Arco, Nefertiti, Teodora, Isabel I de Inglaterra y Rigoberta Menchú. Por otra parte, sólo dos de cada cien textos en los que se identifica la autoría han sido escritos por mujeres.
Pero tan importante como la proporción de hombres y mujeres que aparecen en los textos, es el análisis de las ocupaciones que desempeñan unos y otros. Pues bien, los personajes masculinos se presentan realizando un total de 209 ocupaciones diferentes, mientras que el de las mujeres se reduce a 26, dándose la circunstancia de que la mayor parte de estas profesiones son compartidas con los hombres, pero no el revés, lo que indica que hay numerosas posibilidades sociales y ocupaciones que están vedadas a las mujeres y que pertenecen en exclusiva a los personajes masculinos. Sólo el ser amas de casa, asalariadas, copistas, damas de compañía, diosa-madre, novias y virgen, son privativas de las mujeres. Los hombres aparecen, sobre todo, como reyes, artistas, dioses, caballeros, ciudadanos o soldados, y desarrollan su actividad mayoritariamente en el ámbito público, mientras que las mujeres lo hacen en el privado.
Los personajes históricos analizados se mueven entorno a la política, la economía, el arte y la cultura. Por ello es normal que las acciones más habituales sean las de dominación y relación con el territorio, siendo las menos representadas las relacionadas con el medio ambiente, o el cuidado de la casa y de las personas del entorno.
Los gentilicios son más frecuentes en los hombres que en las mujeres, al igual que los posesivos. Prácticamente la totalidad de los atributos que valoran positivamente, ya sea al personaje o a su actividad, pertenecen a los hombres, que son calificados como célebres, especializados, excelentes, expertos, famosos, ilustres, importantes, impulsores, poderosos, destacados, principales o reputados. Cuando se trata de atribuciones relativas a la actividad profesional, la mayoría de las mismas se refieren a los hombres, que son autores, creadores, fundadores, genios, inventores, precursores, etc. Dada la escasa variedad de ocupaciones que se atribuyen a las mujeres en los textos analizados, no cabe esperar que aparezcan calificadas en función de su trabajo o actividad.
El uso del masculino genérico en los libros de texto:
Es evidente que ha habido un gran avance tanto en los contenidos como en la forma de presentarlos durante los últimos años. No existen imágenes, términos o expresiones que resulten denigrantes para las mujeres; se utilizan más términos genéricos así como expresiones que nombran a los colectivos en masculino y en femenino. También hay muchas referencias explícitas en las que las y los autores del texto enfatizan la igualdad entre mujeres y hombres.
Sin embargo, cuando analizamos un número significativo de textos escolares, es inevitable encontrar un uso abusivo del masculino genérico como pretendidamente inclusor.
Junto al mismo, una presencia casi simbólica de personajes femeninos, nombrados como tales, por sus aportaciones al conocimiento y progreso de la humanidad. Así pues, el masculino genérico sigue constituyendo el recurso más utilizado para nombrar a los personajes, a pesar de que su ambigüedad como término inclusor de hombres y mujeres lo hace claramente cuestionable. Ello es debido, en primer lugar a que hay un solapamiento en el modo de referirse a los personajes masculinos (en plural) y a un colectivo mixto, lo cual produce confusión y un protagonismo de los hombres sobre las mujeres. En segundo lugar, porque clarificar a qué sujeto se refiere no depende del término en sí mismo sino de su contextualización. En muchos textos, los masculinos genéricos no van acompañados de una contextualización que los clarifique, con lo cual debe ser la lectora o el lector la o el que identifique el sujeto al que se refiere el texto (masculino o colectivo). Si tenemos en cuenta que los textos escolares van dirigidos a un alumnado en proceso de formación, con una información limitada sobre los contextos en los que se desarrollan las acciones descritas, lo más habitual es que se produzca una identificación de los personajes con el modelo masculino.
Además, existen otros indicadores indirectos que ejercen una gran influencia en los lectores y las lectoras, como es el hecho de que la información referida al trabajo científico, al ejercicio del poder o a las actividades económicas, se expresa habitualmente en masculino genérico (científicos, campesinado, comerciantes, gobernantes). Sin embargo, cuando se entra en temas como la vida cotidiana, el trabajo doméstico, la alimentación, la vestimenta, etc. Es habitual que se hable directamente de mujeres.
En resumen, resulta evidente que la presencia de personajes femeninos en los textos escolares, aunque se ha incrementado de forma significativa respecto al pasado, sigue siendo insuficiente para dar cuenta de la realidad pasada y presente en términos equilibrados (Amorós, 1997). No existe un reconocimiento de la contribución de las mujeres al conocimiento y al progreso de la humanidad desde los diversos ámbitos en los que han intervenido. Esta situación priva a las mujeres que ahora se están formando en las aulas de un elemento clave de identificación social. Ni las mujeres singulares - las menos- ni las anónimas - mayoritarias - ofrecen modelos de identificación social que puedan considerarse adecuados (Valcárcel, 1997).

Conclusiones

Algunos de los aspectos que cabe destacar del sexismo en los textos, son los siguientes:

_ Clara desproporción entre el número de personajes masculinos y femeninos a favor de los primeros.

_ Tendencia a identificar el ámbito doméstico con lo femenino.

_ Los personajes femeninos aparecen en situaciones bastante estereotipadas y con actitudes de dependencia respecto a los personajes masculinos. Hay una clara subordinación de la mujer al hombre, especialmente en el ámbito laboral.

_ Hay un tratamiento superficial de la participación de los hombres en el ámbito doméstico, los cuales suelen aparecer en situaciones anecdóticas (sacando la basura, cocinando el domingo, etc.)

_ Los hombres aparecen como los protagonistas de la esfera pública y laboral, realizando tareas en la práctica totalidad de las profesiones, mientras que las mujeres no cuentan con ese espacio tan amplio de intereses y realizaciones con el que identificarse.

_ En los contenidos que hacen referencia a las actividades laborales, las mujeres realizan trabajos en sectores tradicionalmente feminizados (comercio, enseñanza, sanidad, etc.)

_ Los contenidos de Ciencias Sociales, Geografía e Historia, reflejan claramente que ésta se explica desde el punto de vista masculino. El protagonismo de los hombres es absoluto: grandes escritores, grandes descubridores, grandes conquistadores, etc. El papel de la mujer en la historia es claramente omitido.

_ La ciencia y la técnica también son ámbitos que aparecen como masculinos, tanto por los contenidos y las imágenes como por el lenguaje empleado. Las mujeres aparecen, en la mayoría de los casos, como receptoras y ajenas a la creación y la iniciativa.

_ En los textos literarios, lo más frecuente es adjudicar a los chicos la competitividad, la agresividad y la iniciativa como aspectos a desarrollar, omitiendo los valores afectivos, que quedan en exclusiva para las chicas, pero planteados de tal forma que, más que cualidades constituyen rémoras para su autonomía, su creatividad y su participación en igualdad de condiciones.

_ La imagen de los personajes masculinos que aparecen en los textos es mejor que la de los femeninos: son más divertidos, osados, inteligentes, etc.

_ En muchas historias, la belleza y los buenos modales de las chicas se presentan como el bagaje más importante para sus vidas, y como las mejores “armas” de que disponen para solucionar su futuro y mejorar su condición social.


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